viernes, 26 de febrero de 2021

La huida pasiva



 

 

Hay quienes pretenden solucionar los problemas mediante la huida pasiva. Cuando se encuentran ante un problema con alguien, evitan afrontar lo que sucede e incluso rehúyen de aquella persona en lo posible. Veamos ciertos ejemplos:

 

- Imagínense un niño, que ha suspendido varias asignaturas y hace todo lo posible por no entregar, a sus padres, el boletín con las calificaciones. 

 

- Cuando se ha perdido algo importante y se dilata el momento de informarle a la otra persona lo que ha sucedido. 

 

- Estar sufriendo en silencio, durante varios días, inventando miles de excusas con tal de no asumir las consecuencias de lo sucedido.

 

La huida pasiva es utilizada en multitud de situaciones. En lugar de armarse de valor y hablar sobre lo que sucede, lo que se siente, lo que le inquieta, se pospone el enfrentarse a la situación que les preocupa. Esto sucede en las relaciones de pareja. En especial, cuando surgen conflictos importantes que hay que solucionar. A veces, retrasan todo lo posible el momento de llegar a casa. Buscan cualquier excusa para salir o tienen diferentes actividades que les mantengan ocupados, con tal de no compartir tiempo con su pareja. Evitando las discusiones, las malas caras, la falta de afecto y de detalles.

 

No es conveniente utilizar la huida pasiva, pues los problemas nunca se solucionarán de esta forma; cada día se agravaran más y podrán surgir otros nuevos. Al mismo tiempo, disminuirá su capacidad para solucionar los conflictos que se presenten. Se verán abrumados por todas esas situaciones, no resueltas, que les están demandando superar los miedos, tomar las riendas de su propia vida, con decisiones valientes y con la capacidad de sentarse a hablar de las dificultades que existen.

 

Conviene analizar cuáles son las situaciones que no se han afrontado, las decisiones que no se han tomado, qué actitud y comportamiento se ha tenido.

 

¿Qué hacer? Hay que ir afrontando cada una de las situaciones que hemos ido posponiendo indefinidamente. 

 

- Con ello, adquiriremos práctica, lo que hará que sea más fácil en futuras ocasiones.

 

- Nuestra mente se irá acallando, pues no tendrá que estar recordándonos que debemos afrontar aquello de lo que estamos huyendo.

 

- Mejorarán nuestra autoestima y la seguridad en nosotros mismos, al haber enfrentado esos temas pendientes.

 

 

 

Bibliografía:

 

SMITH, Manuel J.: “CUANDO DIGO NO ME SIENTO CULPABLE”, Editado por Grijalbo, Barcelona.

 

ARAÚJO, Magdalena: "Ni la lucha ni la huida: la capacidad de diálogo debe ser la herramienta para lograr ser asertivos" Blog: "Un día con ilusión". 

 

http://undiaconilusion.blogspot.com/2016/09/ni-la-lucha-ni-la-huida-la-capacidad-de.html?m=1

 

 

 

 

 

 


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