Se llama calma
“Se llama calma y me costó
muchas tormentas.
Se llama calma y cuando
desaparece, salgo otra vez en busca suya.
Se llama calma y me enseña a
respirar, a pensar y a repensar.
Se llama calma y, cuando la
locura la tienta, se desatan vientos bravos que son difíciles de dominar.
Se llama calma y llega con
los años, cuando la ambición de joven, la lengua suelta y la panza fría dan
lugar a más silencios y más sabiduría.
Se llama calma cuando se
aprende bien a amar, cuando el egoísmo da lugar al dar y el inconformismo se
desvanece para abrir corazón y alma, entregándose enteros a quien quiera
recibir y dar.
Se llama calma cuando la
amistad es tan sincera que se caen todas las máscaras y todo se puede contar.
Se llama calma y el mundo la
evade, la ignora, inventando guerras que nunca nadie va a ganar.
Se llama calma cuando el
silencio se disfruta, cuando los ruidos no son solo música y locura sino el
viento, los pájaros, la buena compañía o el ruido del mar.
Se llama calma y con nada se
paga. No hay moneda de ningún color que pueda cubrir su valor cuando se hace
realidad.
Se llama calma y me costó
muchas tormentas y las transitaría mil veces más hasta volverla a encontrar.
Se llama calma, la disfruto,
la respeto y no la quiero soltar…”
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