Dijo una
marioneta de trapo:
“Si por un instante Dios se olvidara
de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente
no diría todo lo que pienso pero, en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría
valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría
poco y soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos,
perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen,
escucharía mientras los demás hablan, y ¡cómo disfrutaría de un buen helado de
chocolate! Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me
tiraría de bruces al sol, dejando al descubierto no solamente mi cuerpo sino mi
alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón... escribiría mi odio sobre el hielo, y
esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las
estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que
ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor
de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... no dejaría pasar un solo día sin
decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer de que
ella es mi favorita y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría
cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin
saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero
dejaría que el solo aprendiese a volar. A los viejos, a mis viejos, les
enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes los hombres... He aprendido que todo el
mundo quiere vivir en la cima de la montaña sin saber que la verdadera
felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un
recién nacido aprieta con su puño por vez primera el dedo de su padre, lo tiene
atrapado para siempre. He aprendido que un hombre únicamente tiene derecho de
mirar a otro hombre hacia abajo, cuando ha de ayudarlo a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero, finalmente de
mucho no habrán de servir porque cuando me guarden dentro de esta maleta,
infelizmente me estaré muriendo...”
Del
libro "Lo Que Le He Enseñado a la Vida" por Don Mofles (Johnny
Welch), ©1996, Editorial Selector
Nota:
agradezco a los que han leído toda la publicación. Quiero aclarar, y recalcar,
que este texto fue escrito por Johnny
Welch, escritor, cómico y ventrílocuo. Que lo escribió para una
presentación en Santiago de Chile, para su “marioneta” o el muñeco que aparece
en la imagen de este relato. Su autor no
es Gabriel García Márquez, como por error se le ha atribuido y difundido ampliamente,
desde hace muchos años, como si fuera una “Carta de despedida” de “Gabo”, a sus
amigos y conocidos, cuando se encontraba gravemente enfermo, algunos años antes
de su muerte.
Procedo a copiar algunos párrafos del artículo de Juan Carlos Pérez Salazar,
en BBC Mundo, Ciudad de México, donde afirmaba que hay poemas que parecen tener
vida propia, refiriéndose al texto conocido como "La marioneta” o “Si yo
tuviera vida”, del mexicano Johnny Welch.
Desde hace
más de una década circula por internet bajo el nombre de Gabriel García Márquez
y aunque Welch -y el propio Gabo- explicaron el error en varias ocasiones, el
poema, como una hidra, resurge una y otra vez. En realidad nadie sabe cómo ni
cuándo empezó a decirse que el poema lo había escrito Gabo. Pero toda la
historia bien merece un lugar en los anales del realismo mágico.
“Según le
relató el propio Welch a mi colega Will Grant, la bola de nieve empezó durante
una teletón en Santiago de Chile. Welch, quien se define como "integrante
del show business", es también escritor, cómico… y ventrílocuo.” Y, por
ello, fue invitado por el famoso presentador de televisión chileno Don
Francisco a la teletón chilena.
"Sentí
la necesidad de transmitirle al público algo serio, del alma, del corazón, así
que un día decidí escribirlo. Y escribí “La Marioneta". A pesar de que su
representante no estaba muy convencido, Welch incluyó el poema como parte de su
repertorio en Santiago. Entonces, algo extraordinario ocurrió.
"Al
cierre leí el poema, era en un teatro, cadena nacional, hago el poema y veo que
todo el teatro se empieza a llenar de pañuelos blancos, la gente empieza a
llorar".
A su regreso
a México lo invitaron a un programa de televisión, donde recita de nuevo el
poema. "Ese día recibimos 500 llamadas pidiendo que se repitiera. Mi
representante me dijo que tenía que escribir un libro. Lo hice y se vendió muy
bien para ser México".
Algún tiempo
después, Johnny se enteró que el poema circulaba de manera anónima por
internet. No le dio importancia, como tampoco se la dio cuando le contaron
-poco después- que se lo atribuían a García Márquez. "En ese momento no me
provocó ninguna sensación, porque lo que pensé es que alguien lo subió a
internet y se le ocurrió poner Gabriel García Márquez así como pudo poner Mario
Benedetti".
Sin embargo,
un año después recibió una llamada de una tía, quien le dijo que estaban
hablando de su poema por la radio. A partir de ese momento, la bola de nieve se
hizo irrefrenable: empezó a recibir llamadas de los principales programas de
radio y televisión solicitando entrevistas. ¿Qué había ocurrido?
"Unos
días antes el periódico más importante de Perú, La República, saca un
encabezado diciendo que el poema “La Marioneta” es la obra póstuma de García
Márquez y que se lo está dejando a sus amigos en el momento en que está con un
problema de cáncer en un hospital en Los Ángeles".
Esto llevo a
que García Márquez convocara a una rueda de prensa para aclarar el tema. Dijo: “señores,
yo quiero decirles que estoy vivo y que lo único que me podría matar es que
digan que yo escribí algo tan cursi", recuerda Welch.
¿Le molesto
que Gabo calificara su poema de "cursi"? "No me molestó. Lo que
respondí es que eran unas declaraciones muy válidas: Es alguien que es el
escritor más importante del habla hispana y yo no escribo con el conocimiento,
escribo con el corazón. Y si yo logro cambiar en una persona en el mundo un
sentimiento de odio por uno de amor, el poema a cumplió su función".
Otro año y
medio pasó. Entonces, asegura Johnny Welch, recibió una llamada de Ignacio
Solares, director de Difusión Cultural de la Universidad Nacional de México, la
UNAM. Me dice: "Johnny, ayer, en una entrevista con el rector, estaba el
maestro García Márquez y pidió conocerte".
De esta
manera, la historia dio el círculo completo. El cómico se descubrió sentando en
la sala de su casa, conversando amigablemente con el gran Gabriel García
Márquez. Y por supuesto, con el muñeco de ventrílocuo al lado.
"Nos
sentamos a platicar y me dice: 've Johnny, yo estaba con problemas de salud en
Los Ángeles y me empezaron a bombardear con un poema, no sabía de qué me
hablaban. Alguien me dice: es un poema cursi que está girando en internet.
Entonces yo cometo el error de hacer la rueda de prensa y decir 'un poema
cursi', pero yo no lo había escuchado, lo escuché cuando lo hiciste en un programa".
Según Welch, Gabo remató con una frase increíble: "Y después de escucharlo decidí que era el momento de sentarme a
escribir mis memorias".
"Toda
nuestra conversación fue llena de humor. Yo quería hablar en serio con él,
aprender, y él sólo quería bromear. Me hizo sacar al muñeco y le hablaba al
muñeco como si estuviera vivo, todo era muy en broma". Y el final de la
charla es digno de un relato de García Márquez.
"Hasta
que llegó un momento en que le dije: 'maestro, el hecho de que usted esté aquí
frente a mí no puede ser una casualidad, son muchas casualidades'. Y me
contesta: 'no Johnny, esto no es una
casualidad, esta es una historia que tenía que ser'".
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Gabriel García Márquez, Don Mofles y Johnny Welch |
Para los que quieran escuchar este texto en las palabras del autor: